Columna


Se desvanece la ilusión

JOSÉ H. RIZO DELGADO

19 de abril de 2024 12:00 AM

Petro encarnó la ilusión de sectores importantes de la vida económica, social, política y ambiental de la nación. Toda una masa de ciudadanos movidos por diferentes causas se convocaron en las presidenciales de 2022 y lo subieron al poder, en la búsqueda de un cambio en el manejo de la cosa pública.

No se puede negar que las diferentes causas son legítimas. Se analiza una por una y se puede determinar que son brechas grandes, heridas profundas en la situación nacional que demandan gestión del estado. Tomemos solo la más urgente: la social. Baste mirar los índices de pobreza del 40%, y de miseria en el 7%.

Pero una de las principales motivaciones de los votantes para elegir una alternativa de cambio fue que el ciudadano común estaba cansado de la incapacidad de los partidos y sus coaliciones de los gobiernos de los últimos lustros en solucionar los problemas nacionales. La corrupción y la politiquería, permeadas además por el narcotráfico, dominaban el escenario, junto con un meimportaculismo de una clase política que no entiende que su genuina misión es servir a la patria y a los ciudadanos, violando sin contemplación el sagrado juramento declarado en sus posesiones como servidores públicos. Esta vergonzosa situación se repite en los tres poderes del estado de derecho: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.

Sin embargo, el gobierno del cambio ha dejado las pantomimas y ha mostrado las cartas de sus intenciones, las cuales van más allá de arrebatar el poder a las casas políticas tradicionales y empresarios estatales, en un evidente desquite sobre la clase empresarial, destruyendo lo logrado en muchos años, en vez de construir sobre lo construido, adoptando acciones suicidas como la de cerrar la principal caja de la nación, que es Ecopetrol; poniendo en riesgo la salud de los colombianos al intervenir el sistema, solo por quitárselo a la empresa privada, para apostarle a su administración por parte de un Estado que ha demostrado hasta la saciedad desde hace medio siglo que es ineficiente y corrupto; esgrimiendo un proyecto de paz total que lo que está mostrando es una entrega de territorios al terrorismo y al narcotráfico; y allanando el camino a una dictadura de corte castrochavista. Hoy, con esas acciones, el Gobierno está dando pie para que sus partidarios políticos, seguidores y ciudadanos en general, ya no crean tanto en su proyecto de un mejor país.

La contundencia con que perdió el año pasado las elecciones de mitaca en las principales ciudades, el hundimiento de las reformas iniciado por la de la salud, fallos de las cortes e instituciones en contra de sus iniciativas y, por sobre todo, la sensación en el día a día y en el voz a voz en las calles de que no está haciendo bien las cosas y que, al contrario, tiene las mismas y hasta acrecentadas prácticas de nepotismo, clientelismo y corrupción, demuestran que la ciudadanía está sintiendo que la ilusión del cambio se desvanece.

Qué lástima que Petro esté desperdiciando tamaña oportunidad.

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